EL ROBOT BAJO EL AGUA
La óptica espacial desde el corazón
Me niego a decir que el robot bajo el agua es punk, por qué cualquier comentario que se refiera a algo a priori simple o minimalista se le pone el sello de punk?, “no tiene 20 violines, 9 violas y 4 contrabajos, es punk que va´ ser”, parecen decir algunos, lo cierto es que este disco del ex Jaime sin tierra si bien despojado, hasta rústico, (se escuchan los dedos al cambiar de acorde), grabado fuera de estudio, tiene un gran trabajo de mezcla que busca y encuentra un sonido particular, melancólico, triste?, pero hipnótico a la vez, de soledad lejana, de pampa húmeda a las tres de la mañana con esos sonidos silenciosos, que uno sólo los escucha cuando nada se escucha. “La óptica espacial desde el corazón” hace del silencio su mejor aliado y construye una pared de sonido abrazadora, que no nos deja escapar, pero que reclama nuestra atención. No es un disco de fondo, de ascensor, para estudiar. Es para hacer lo que uno hace con los discos, tirarse en la cama a mirar al techo y escuchar.
Al mejor estilo del pop español, (Le Mans, La buena vida), una guitarra creadora de sensaciones y sentimientos nos lleva de las narices por distintos paisajes casi siempre desoladores pero hermosos, y otra vez un aplauso para la mezcla que inunda el disco de un tono reflexivo, aunque tampoco deja afuera el humor como “Marta & Nestor”. Poco más de media hora pasa hasta que el último tema te dice “y todo el tiempo te cae la ficha, por algo viejo, por algo nuevo, por algo tonto, por algo serio, y así avanza la vida y te vas poniendo viejo, y un día cerras los ojos y todo empieza de nuevo”. Terminó.
Cerras los ojos, apretas play y todo empieza de nuevo.
La óptica espacial desde el corazón
Me niego a decir que el robot bajo el agua es punk, por qué cualquier comentario que se refiera a algo a priori simple o minimalista se le pone el sello de punk?, “no tiene 20 violines, 9 violas y 4 contrabajos, es punk que va´ ser”, parecen decir algunos, lo cierto es que este disco del ex Jaime sin tierra si bien despojado, hasta rústico, (se escuchan los dedos al cambiar de acorde), grabado fuera de estudio, tiene un gran trabajo de mezcla que busca y encuentra un sonido particular, melancólico, triste?, pero hipnótico a la vez, de soledad lejana, de pampa húmeda a las tres de la mañana con esos sonidos silenciosos, que uno sólo los escucha cuando nada se escucha. “La óptica espacial desde el corazón” hace del silencio su mejor aliado y construye una pared de sonido abrazadora, que no nos deja escapar, pero que reclama nuestra atención. No es un disco de fondo, de ascensor, para estudiar. Es para hacer lo que uno hace con los discos, tirarse en la cama a mirar al techo y escuchar.
Al mejor estilo del pop español, (Le Mans, La buena vida), una guitarra creadora de sensaciones y sentimientos nos lleva de las narices por distintos paisajes casi siempre desoladores pero hermosos, y otra vez un aplauso para la mezcla que inunda el disco de un tono reflexivo, aunque tampoco deja afuera el humor como “Marta & Nestor”. Poco más de media hora pasa hasta que el último tema te dice “y todo el tiempo te cae la ficha, por algo viejo, por algo nuevo, por algo tonto, por algo serio, y así avanza la vida y te vas poniendo viejo, y un día cerras los ojos y todo empieza de nuevo”. Terminó.
Cerras los ojos, apretas play y todo empieza de nuevo.
Calificación: le tenía menos fe que a la vuelta de Palermo a Boca, pero me sorprendió más que gratamente.