No es Valeria Mazza, ni Beatriz Sarlo, menos Magdalena, es simplemente Julieta una "chica
de barrio".
Julieta says:
Ha comenzado la 31 feria del libro, el gran negocio de los grupos editoriales. Decenas de personajes realizan lecturas, autografían sus libros y exponen sus “ideas” a un público presto a devorar toda la “cultura” que encuentren a su paso.
A los personajes los caracteriza la superficialidad, la vanidad, la hipocresía, la pedantería y otras virtudes; el ejemplo máximo es el filósofo Fernando Savater que con el auspicio del diario Clarín llenó la sala José Hernández de asistentes siempre listos a cumplir los mandatos publicitarios y a seguir las modas intelectuales. El mismo Savater que se llena la boca hablando de terrorismo en tve(televisión española) se da la famosa dosis de progresismo necesaria (obligatoria podríamos decir) para no solo no desentonar, sino ser uno de los espíritus en esta espléndida comunión donde todos añoran un “cambio” (dicho siempre así de manera inconsistente, con halos de misticismo), citan hechos históricos, se regodean nombrando hombres probos (muertos ya), hablan de mirar al futuro, de la revolución pacifica y todo tipo de disparates. Toda esa ensalada que hacen termina convenciendo al asiduo lector (de estos fantoches) que “llegó el fin de las ideologías”, “se abre una nueva etapa de la que somos hacedores”, “basta de mirar al pasado”, “la educación es el pasaporte para el cambio”; frases que sin duda el tipo medio que va ahí necesita escuchar para sentirse menos miserable. Caracteriza al visitante de la feria una cierta vanidad que presupongo ha sido contagiada por su escritor de cabecera-gurú-mercachifle.
Es impresionante como se logra en ese lugar un clima de “acá estamos todos pensando” (quizás imaginan que los libros emanan ideas en estado gaseoso que ellos pueden respirar), como algunos hasta osan hojear libros de pintura o de fotografía con la mirada extraviada; después está el asistente con presentismo perfecto que se leyó la solapa de todos los libros y que finalmente ponía cara de “este no me convence”; sino el boludo mental que sabiendo que un libro no va a estar pregunta en todos lados. Tampoco puede faltar el estudiante que dice más de doscientas veces por día la palabra “facu”, que va con “dos mangos”, la mochila, toma el bondi y salió del laburo hace un toque pero con tal de ir a la feria (alto evento cultural) se sobrepone a las adversidades.
Todos los personajes (novelistas, filósofos, periodistas, artistas etc.) son defensores acérrimos de la democracia, pero de la democracia capitalista, ya que es donde obtienen su privilegio, prestigio social y ganancias. Son antifascistas por una cuestión de empleo ya que bajo una dictadura fascista la burguesía no necesita embellecedores a sueldo del sistema capitalista. Son por supuesto anticomunistas ya que una revolución barrería con sus privilegios y desnudaría la total inutilidad de sus “pensamientos”.
